jueves, 8 de noviembre de 2012
Texto crítico - Seminario Teoría Crítica Constitucional Ricardo Sanín
Sebastián Beltrán Ospino
“Una revolución es una
formidable producción de inconsciente”
Deleuze
La modernidad —como concepto eurocentrista— estableció
una única “verdad” política: solo el derecho garantiza las condiciones para una
democracia. Es decir, suplanta el papel principal del pueblo, el poder
constituyente. Desde este constructo el pensamiento liberal ha moldeado todo el
proceso histórico del pensamiento político occidental. Este modelo no solo ha
sido impostado con fines políticos, sino que también, por medio de la
tecnificación de los tipos de dominio (colonialidad), ha permeado todos los
aspectos de la vida.
¿De qué forma se impuso este constructo europeo? Las
concepciones clásicas liberales crearon un lenguaje con miras expansionistas,
un modelo de hombre, de humanidad y de conquista. Con ello, dividieron al mundo
en europeos y no-europeos, en Estado de derecho y Estado natural o salvaje. De este
modo se emprendería el modelo hegemónico que no daba cabida a nuevas
perspectivas de la vida política y social. El derecho —y con él la violencia—
se convertiría en el instrumento de perpetuación e influencia a lo largo de la
plataforma política mundial, hasta nuestros días.
Así pues, se establece el derecho (europeo) como lenguaje
único de interpretación de las problemáticas sociopolíticas. Luego de sembrar
el germen, se genera un fenómeno de mimesis. Latinoamérica y el resto de zonas
sin influencia comienzan su transfusión de ideologías provenientes del
territorio europeo: el inicio del colonialismo salvaje, del vejo cultural.
Nuestras tierras fueron exprimidas, también las almas de nuestros antepasados —y
con ellas las nuestras. La ambición se apodera de Europa; el lugar del “hombre
perfecto e íntegro” se vuelve un nido de fieras que con armas y carabelas
buscan la conquista en ultramar. Esta lucha de potencias tecnifica el derecho y
lo lleva a su máxima expresión: el derecho internacional.
Ahora, el proceso de expansión y conquista de las
Américas se convierte en el epicentro político y militar del mundo europeo. Esa
conquista, posteriormente, le permitiría a Europa su proceso de
mercantilización y revolución industrial. En nuestras tierras quedarían las
epidemias y la visión vaga de un mundo regulado por normas de otros hombres.
Nuestros líderes, provenientes de cunas aristócratas, emprenderían la
construcción social de repúblicas con anhelos eurocentristas.
Lo anterior no es otra cosa que la captura del
significado en el significante. Una imposición fundamentada en la idea falsa de
democracia. Es, pues, el objetivo fundamental de la teoría crítica
constitucional y las cinco tesis del pueblo oculto: el desmantelamiento de esa
falsa verdad de democracia; liberar al significante del significado.
Por consiguiente, la mejor forma de explorar y
reconstruir las bases de una realidad tan densa es desde la teoría crítica. A
partir de la anterior descripción de antecedentes históricos del surgimiento y
propagación del sistema hegemónico europeo, se deben interpretar las cinco
tesis desde el pueblo oculto. A continuación retomaré cada una de las cinco
tesis planteadas por el profesor Sanín, con el fin de presentar mi
interpretación y más adelante plantear mi interés profesional por esta visión
de la democracia.
La primera tesis exhibe el concepto de pueblo y cómo éste
ha sido utilizado para legitimar la modernidad occidental. El sistema
hegemónico le ha dado un significado propio al concepto de pueblo con el
objetivo de reducirlo a la impotencia y ocultarlo. Así, el pueblo está excluido
de la modernidad, pero a la vez es la condición esencial para la perpetuación
de la misma. Como lo argumenta el profesor Sanín (2012), cuando se evoca el
concepto de pueblo se llega al origen mismo de la modernidad liberal.
Ciertamente, el pueblo se convierte en la totalidad del cuerpo político —en el
sujeto constituido de la democracia— y a la vez en exclusión; en una totalidad
fallida debido a la existencia de marginados.
En suma, la civilidad solo se puede dar a partir de la
exclusión del otro, del bárbaro, del miserable. La imposibilidad de la
totalidad es la que crea la totalidad misma (Sanín, 2012). Pero esto no es tan
evidente, la cortina de humo impide identificar que detrás hay una inclusión de
los marginados no en el derecho (norma), sino en la excepción. Desde esta
inclusión excepcional se desarrolla toda la teoría de Agamben; el Homo Sacer, el hombre sagrado, aquel que
se le puede dar muerte pero que es a la vez insacrificable (Agamben, 1998). Es
esa sacralidad la que le impide al homo
Sacer ser sometido al derecho. Es el campo de la Nuda Vida donde se incluye al marginado como forma de exclusión.
Finalmente, es el papel del soberano el que termina por
tejer las condiciones para su perpetuación por medio del lenguaje, inaugurando
un principio del orden. Es él quien puede moverse entre la normalidad y la
excepcionalidad, generando con ello una fractura entre el poder constituyente y
el poder constituido. Es el Estado el nuevo soberano y es él quien declara el
adentro y el afuera, sometiendo al pueblo a la Nuda Vida.
La segunda tesis tiene que ver con el derecho moderno y
su neutralización del poder constituyente. Esta es la tesis en la que el
profesor Sanín (2012) plantea el colapso del poder constituyente en poder
constituido. ¿Cómo se da el colapso del poder que pertenece originalmente al
pueblo? Es la violencia la que se convertirá —en palabras de Benjamin (2010) —
en el poder que funda o conserva el derecho. El soberano será el punto de
indiferencia entre el derecho y la violencia; es en este umbral donde las
diferencias entre violencia y derecho se difuminan y terminan por colapsar el
poder originario: el poder constituyente. Ante todo esto, Badiou (2003)
terminará por argumentar que la excepción expresa la imposibilidad del sistema
de hacer coincidir la inclusión con la pertenencia. Imposibilidad que nos lleva
a indistinción de externo e interno, vida y derecho. Cuando el derecho y violencia
se confunden es en ese momento cuando el principio del orden y el orden
concreto quedan en manos del soberano.
Ante lo anterior, el profesor Sanín hace una serie de
diferencias que terminan por convertirse —desde mi interpretación— en los
cimientos del poder constituyente. El termino aristotélico Potentia es un elemento definitivo en las cinco tesis desde el
pueblo oculto porque es el elemento primario emancipatorio; es el elemento
primario del poder constituyente, Agamben (1998) la plantea como la posibilidad
esencial de la cosa en devenir en algo más, de traducirse en acto, según su propia condición. Así, la
Potentia del poder constituyente se
encuentra en su potencial de crear o constituir. De esta manera, es el poder
constituyente el único soberano y su Potentia
es decidir la excepcionalidad. Por esta razón, la diferencia termina por ser
categórica: Poder constituyente como
orden de la democracia, la verdad; poder constituido como orden del derecho,
conocimiento.
La tercera tesis resalta el esfuerzo de algunos países
latinoamericanos por desprenderse de la influencia hegemónica y, así, emprender
un reconocimiento propio de problemáticas locales; de iniciar, en ultimas, un
proceso emancipatorio alejado de todo tipo de influencia jurídica o cultural. La
única manera de entender este proceso de influencia y, posteriormente, de
mimesis latinoamericana es a partir de la diada colonialidad/modernidad. La
diada es quizá el elemento más persuasivo del sistema hegemónico. El
desmantelamiento de esta diada es un importante paso hacia la autentica
democracia, la cual no depende de los poderes constituidos, sino del poder
constituyente, donde el pueblo es quien toma la decisión última.
Por consiguiente, no puede entenderse la modernidad sin
la colonialidad. La última es el lado oculto de la primera. Significa que la
colonialidad es constitutiva de la modernidad (Mignolo, 2001). Actualmente,
vemos en las relaciones internacionales y en la defensa de los derechos humanos
una fuerza discursiva siempre presente que hace constante referencia a
conceptos como desarrollo, derecho internacional, apertura económica, prosperidad,
libre mercado, paz e incluso medio ambiente. Todos estos conceptos traen entre
líneas una lectura de colonialidad y misión civilizadora, que no es otra cosa
que la intromisión jurídica, social, económica y cultural por medio de
elementos no-físicos. La diada no debe entenderse como fenómenos que se
preceden temporalmente, sino que juntos conviven en el discurso, en el lenguaje
hegemónico.
La cuarta tesis terminará por ser la continuación teórica
de la tercera con el proceso de adopción de postulados europeos; lo que
anteriormente denominé como fenómeno de mimesis. El derecho constitucional —en
Latinoamérica— terminará por transformarse en el mecanismo para contener y
reducir el poder constituyente. El derecho internacional se convierte en factor
estratégico de interpretación de la unidad jurídica de Estado-Nación. Por ende,
nuestro proceso de independencia no es autentico. Se nos ha impostado un modelo
jurídico que no es compatible con nuestra cultura, con nuestra forma de vivir;
esa que ahora se pierde bajo otros modelos de conducta. Este proceso impide la Potentia del poder constituyente. Es
una represión del deseo —perspectiva psicoanalítica— que le impide al pueblo
llegar a constituir su acto, a convertirlo en realidad.
Entonces ¿cómo logra el Estado reprimir la fuerza
constituyente? La respuesta a esta inquietud se encuentra desarrollada en la
quinta tesis. En ella, el profesor Sanín, argumentará que tal represión
corresponde al derecho y su despolitización del conflicto. El derecho genera un
modo de contingencia, de bloqueo de oportunidades de contestación, que es el
escenario político ideal. Lo que hace el Estado (soberano) es, por medio del
derecho, institucionalizar los conflictos, la oposición, el disenso;
determinando quién participa o no, qué se incluye o no dentro del debate
nacional. Así, la democracia es el gobierno de aquellos que carecen de
cualidades o disposiciones para gobernar (Sanín, 2012). Finalmente, es el
escenario democrático auténtico donde el antagonismo no ha sido resuelto; el
concepto pueblo toma su fuerza natural, la de ser flotante y variable.
A continuación, presentaré —desde mi campo profesional,
la ciencia política— mis argumentaciones a favor de las cinco tesis desde el
pueblo oculto.
Como politólogo, a lo largo del mi corto recorrido
académico y profesional, he tenido la oportunidad de encontrarme con diferentes
formas de interpretar la escena sociopolítica. Mis inquietudes ante el sistema
político y el campo social han sido las mismas desde entonces, pero no había logrado
identificar un campo teórico que me permitiera discernir a fondo sobre ellas.
Así fue como encontré en la teoría crítica un espacio en el cual mis dudas se
hacían maleables, las tesis desde el pueblo oculto y los autores citados por el
profesor Sanín me permitieron explorar una forma de pensamiento en la que mis
inquietudes se conectaban.
Posteriormente, poco después de iniciar la maestría,
decidí continuar con mis indagaciones desde el campo de la teoría crítica —con
una fuerte correlación con los planteamientos producidos en las cinco tesis. Para
mí la participación política es la razón de ser de la democracia. El
rendimiento de la última es directamente proporcional al proceso de
configuración de la primera. Sin embargo, impera —en
el sujeto colectivo y en su entorno socio-cultural—
un ambiente de imprecisión y ambigüedad frente al concepto de
participación política, que incita a elucidar el concepto y su práctica desde
la teoría crítica.
Mis preguntas son las siguientes: ¿Qué es lo
participable? ¿Qué asume el sujeto colectivo como participación política? ¿La
participación puede ser entendida como un comportamiento —científicamente predictible— o una conducta
—respuesta a un contexto siempre indeterminado y motivacional— socio-política?
Así, para el entendimiento de la praxis
participativa, se hace necesario emprender una búsqueda teórico-crítica del sujeto colectivo participativo. Al
momento de indagar sobre la participación política no se pretende detectar los
diferentes mecanismos y escenarios de participación política, sino de
identificar las formas, las motivaciones y los patrones que en un momento dado
—coyuntura socio-política— brotan del sujeto
colectivo participativo.
Fue después de esta primera exploración
que logré identificar las conexiones que había entre mis inquietudes, referentes
a la participación, y las cinco tesis desde el pueblo oculto. Tales conexiones
me llevaron a relacionar la participación política con la Potentia aristotélica planteada en la segunda tesis. La
participación política se coinvertía así en lo
político, potencia innata del poder constituyente. Enseguida abordé el
concepto de la participación política desde el lenguaje
(significante/significado) y como por medio del derecho se reprimía ese deseo.
El Estado, como soberano, reprime los deseos del pueblo oculto. Es ahí, cuando llamo
al fenómeno de la ausencia de la participación política como represión del deseo, que mis
indagaciones comenzaron a tomar una dirección hacia el psicoanálisis. Comencé
a investigar bibliografía y documentales de Foucault, Laclau, Lacan, Zizek,
Freud y Deleuze. Todos, desde sus interpretaciones, parecían argumentar lo
mismo: la importancia del lenguaje en el poder.
De esta manera, el inconsciente —creador del deseo— es concebido como un negativo, un parasitaje
de la consciencia, es el enemigo. Referente al deseo, Deleuze argumentará que tenemos
siempre demasiados deseos: perversos, polimorfos. Se nos hará conocer la falta,
la cultura, la ley, es decir, la reducción y la
abolición del deseo. En síntesis, el poder tiene como objeto volver impotente
la producción del deseo (participación política) y la formación de enunciados (construcción
del lenguaje): la neutralización de la libido freudiana. Estas indagaciones me
permitieron develar las raíces psicoanalíticas de las cinco tesis del profesor
Ricardo. Raíces que tienen que ver con la dimensión simbólica, el paso del
principio del placer al de realidad, el acto político del reconocimiento de la
otredad, la dimensión objetiva y subjetiva. Como lo manifiesta Lacan, el
inconsciente es política. Es así como el psicoanálisis permite una
transformación radical de la interpretación social.
Cuando se plantea que el lenguaje es el
poder, lo político se convierte en la
construcción contingente del vínculo social. El pueblo debe generar la crisis
por medio del antagonismo, ese es el momento populista que presenta una
petición popular, como primer momento, y busca una respuesta. Es en medio de
esa petición que se produce una articulación de equivalencias que transforman
la petición en una demanda: el
momento populista por excelencia. Así, se superan las respuestas
institucionales que no buscan otra cosa que la disuasión del poder popular,
participativo, constituyente. Esto no es otra cosa que la potencia, y el
ejercicio de esa potencia es la participación del pueblo en lo político. Las constituciones fueron
creadas para refrenar el poder democrático (Sanín, 2012).
Ante todo esto mi preocupación, como
politólogo, pasa por la ausencia de participación, que no solo atribuyo a la
represión del Estado, sino también a la falta de identidad del sujeto participativo con lo político. Lo cual significa que no
hay momento populista dentro de nuestra sociedad. Lo que hay son expresiones
leves de indiferencia, de indignación frente a problemáticas transitorias. Las
marchas estudiantiles, obreras, de docentes y demás, hacen parte de un evento
efervescente que es controlado fácilmente con respuestas institucionales
persuasivas. Las pregunta, quizá, más relevante ante lo anterior, es: ¿Cómo
generar en el sujeto participativo el
concepto de lo político, su potencia
emancipatoria? Esta es la pregunta sobre la que pretendo indagar con más
profundidad a lo largo de la maestría.
Colombia y América latina son un
laboratorio político por naturaleza. Es una posibilidad muy importante la que
nos ofrece actualmente la coyuntura política, la posibilidad de estudiar esta
teoría y aterrizarla a contextos locales. Bolivia, Ecuador y Venezuela son
muestra de procesos constitucionales con identidad propia. Sin entrar en
detalles sobre procesos indebidos o vicios dentro de las propuestas, estos
países han iniciado un proceso de reinterpretación de su ordenamiento jurídico.
Lo anterior exige una evolución jurídica
y política. Evolución en términos de desprendimiento de concepciones clásicas y
hegemónicas. Es la búsqueda de un nuevo constitucionalismo emancipatorio, donde
se dé un redescubrimiento de procesos constituyentes, un despertar de las
constituciones creadas por el pueblo y una refundación de la sociedad a partir
de la redefinición de las relaciones políticas y sociales. Como lo presenta
Proner (2012), es la búsqueda de la emergencia de pluralismo constitucional en
América latina; el surgimiento de un nuevo sujeto de derecho, en sustitución al
sujeto individual abstracto liberal. Como lo dije anteriormente, se pretende
con estas tesis, iniciar un proceso emancipatorio latinoamericano, donde el
pueblo constituya los marcos para su vida. El poder constituyente es originario
del pueblo y para recuperarlo es necesario el antagonismo, el debate, el
disenso continuo que exija transformaciones de fondo del sistema político
actual. La Coyuntura sociopolítica exige ciudadanos que participen de lo político.
Bibliografía
AGAMBEN, Giorgio. 1998. Homo Sacer: Sovereign Power and Bare Life. Stanford. Stanford University Press.
BENJAMIN, Walter. 2010.
“Para una crítica de la violencia” en Crítica de la violencia. Madrid.
Biblioteca Nueva.
DELEUZE, Gilles. Política y
psicoanálisis. Mexico, Terra Nova, 1980.
MIGNOLO,
Walter. 2001. Cosmopolis: el trasfondo
de la Modernidad. Barcelona, Península.
PRONER,
Caroline. 2012. Seminario: Derechos Humanos. Universidad de Caldas. Manizales,
Colombia.
Galopa hacia tu sol
No cabalgo en días llenos de triunfos,
no camino de la mano de otro corazón
porque ese es mi nuevo sol.
Redefino mis pasos,
busco mi camino más allá de éste salón.
No pretendo ser entendido
pues lo entendible está más allá,
en mi nuevo sol.
Mi objetivo es debatir mi corazón.
Yo no busco el dinero en mi camino,
mas soy consciente
que el destello de mi sol
no será pretendido
en las fronteras del camino;
hasta el caballero más mediocre
necesita del metal
para emprender su destino.
No olvido, en el camino,
que la palabra no basta.
Los hechos son los brillos,
los brillos del sol que tanto busco,
cabalgando a pique mi corazón.
Mi consejo -hoy que llego a tu frontera-
es que no galopes solo tu camino.
pues aquel corazón
cuando galopa solo hacia su brillo
se desprende de su luz.
Sebastián Beltrán Ospino.
no camino de la mano de otro corazón
porque ese es mi nuevo sol.
Redefino mis pasos,
busco mi camino más allá de éste salón.
No pretendo ser entendido
pues lo entendible está más allá,
en mi nuevo sol.
Mi objetivo es debatir mi corazón.
Yo no busco el dinero en mi camino,
mas soy consciente
que el destello de mi sol
no será pretendido
en las fronteras del camino;
hasta el caballero más mediocre
necesita del metal
para emprender su destino.
No olvido, en el camino,
que la palabra no basta.
Los hechos son los brillos,
los brillos del sol que tanto busco,
cabalgando a pique mi corazón.
Mi consejo -hoy que llego a tu frontera-
es que no galopes solo tu camino.
pues aquel corazón
cuando galopa solo hacia su brillo
se desprende de su luz.
Sebastián Beltrán Ospino.
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