jueves, 7 de junio de 2012

Ulysses By Alfred, Lord Tennyson

Ulysses. No es tarde para buscar un mundo más nuevo 
Autor: Alfred, Lord Tennyson

De poco provecho es que un rey ocioso,
Al lado de su hogar quieto, entre estos brezos estériles
Combinado con una esposa envejecida, promulgo e imparto
Leyes desiguales a una raza salvaje,
Que acumulan y duermen, y se alimentan, y no me conocen.
No puedo descansar del viaje: me beberé
La vida hasta los posos: Siempre he disfrutado
Intensamente, he sufrido intensamente, tanto con quienes
Me han amado, y solo; en la costa y cuando
a través de chubascos arrastrados por el viento las lluviosas Híades
Vejan el mar tenebroso: Me he convertido en un nombre;
Ya que siempre viajando con un corazón hambriento
Mucho he visto y conocido; ciudades de hombres
Y modales, climas, concejos, gobiernos,
Yo mismo no en menor grado, sino que he sido honrado de todos ellos;
Y el borracho deleite de la batalla con mis pares
Lejos, en las sonoras planicies de la ventosa Troya.
Soy una parte de todo aquello que he encontrado;
Sin embargo toda experiencia es un arco a través del cual
Brilla ese mundo no recorrido, cuyo margen se disuelve
Para siempre y para siempre cuando me muevo.
Qué tedioso es pausar, finalizar
Oxidarse sin pulimiento, no brillar en el uso!
Como si respirar fuera vida. Vida amontonada sobre vida
Fuera muy poco, y de una a mí
Poco me queda: Pero cada hora es rescatada
De ese silencio eterno, algo más,
Heraldo de cosas nuevas, y vil sería
Por tres soles guardarme y acumularme,
Y este gris espíritu nostálgico de deseo
De seguir el conocimiento como una estrella que se hunde,
Más allá de los últimos confines del pensamiento humano.
Este es mi hijo, mi propio Telémaco,
A quién dejo el cetro y la isla
Bienamado por mí, con discernimiento para cumplir
Esta labor, mediante una lenta prudencia domesticar
A un pueblo agreste, y a través de gradaciones tenues
Someterlos a lo útil y bueno.
Sin culpa alguna es él, centrado en la esfera
De los deberes comunes, decente para no fracasar
En los oficios de la suavidad, y profesar
Adoración adecuada a mis dioses domésticos
Cuando me vaya. Él hace su trabajo, yo el mío
Allí está el puerto, la nave hincha su vela
Allí están los mares anchos y oscuros. Mis marineros,
Almas que han trabajado, y creado y pensado conmigo —
Que siempre con un juego dieron la bienvenida
Al trueno y el sol, y le opusieron
Corazones libres, frentes libres — ustedes y yo estamos viejos;
La edad avanzada tiene aun su honor y su esfuerzo;
La muerte lo cierra todo: pero algo antes del fin,
Algún trabajo de nota noble, puede aún ser efectuado,
No indigno de hombres que lucharon contra los Dioses.
Las luces comienzan a titilar desde las rocas:
El largo día decae: la luna lenta se alza: la profundidad
Gime con muchas voces. Vamos, amigos,
No es tarde para buscar un mundo más nuevo.
Empujen, y sentatos en orden, golpeen
Las sonoras estelas; porque mi propósito se mantiene
Navegar más allá del ocaso y los baños
De todas las estrellas occidentales, hasta que muera.
Puede que los golfos nos traguen:
Puede que alcancemos las islas de los Afortunados,
Y veamos al gran Aquiles, a quién conocimos.
Si bien mucho ha sido arrebatado, mucho queda, y si bien
No somos ahora esa fuerza que otrora
Movió el cielo y la tierra, aquello que somos, lo somos;
Un mismo temple de corazones heroicos
Debilitados por el tiempo y el destimo, pero fuertes en voluntad
Luchar, buscar, encontrar y no rendirnos.